- Introducción
- ¿Qué es el cortisol?
- ¿Cómo se altera en el burnout?
- Consecuencias del desequilibrio hormonal por burnout
- ¿Cómo podemos diagnosticarlo?
- Conclusiones
- Referencias bibliográficas
El burnout o síndrome de desgaste profesional es mucho más que cansancio emocional. Realmente representa un estado de agotamiento profundo ligado al estrés crónico. Pero, ¿sabes una cosa? El desgaste viene en silencio y no aparece de la nada. Lo que sucede es que estamos ante una respuesta psicológica, relacionada con lo fisiológico, la cual transforma nuestra salud, más concretamente los niveles de cortisol. Puede que ya te suene este concepto que, junto con el de burnout, interactúa en consonancia. Por lo que entender cómo se interrelacionan ambos factores puede ofrecernos pistas muy valiosas con las que podemos prevenir y tratar ese desgaste que afecta a personas trabajadoras de diferentes sectores. Empecemos por el principio.
¿Qué es el cortisol?
Hablar de cortisol puede sonar a laboratorio o manual de biología que nos queda muy lejos, pero en realidad esta hormona está mucho más presente en nuestras vidas de lo que creemos. Es la encargada de ponernos en «modo alerta» cuando estamos bajo presión, la que nos activa para llegar a una reunión importante o cumplir una entrega urgente. Y eso está bien porque podemos trabajar de manera mas consciente en lo que a nuestras responsabilidades se refiere.
El problema está cuando ese estado de alerta se vuelve permanente, cuando nunca «bajamos la guardia», cuando el cortisol se mantiene alto todo el tiempo y el estrés llega a convertirse en un estado crónico. Es ahí donde comienza el temido burnout, ese agotamiento físico y mental que tantas personas sufren y hemos sufrido sin darnos cuenta. Por suerte, hay señales a las que podemos prestar atención y poner en práctica con el fin de volver a estar equilibrados y que pueden ayudarnos a evitar que el trabajo se convierta en una amenaza para nuestra salud.
¿Cómo se altera en el burnout?
La relación cortisol-burnout no es una casualidad. Hay varios estudios que respaldan esta relación. Por ejemplo, una revisión realizada en trabajadores con burnout encontró que el desgaste puede inducir alteraciones en rutas neuroendocrinas, especialmente en el eje HPA. En un estudio específico en trabajadores que acudieron a un laboratorio clínico, se observó una asociación significativa entre los niveles altos de cortisol y la presencia del síndrome de burnout (p < 0,005), según el cuestionario de Maslach.
No obstante, no todos los trabajos aportan resultados consistentes. En este caso, también hay un estudio en empleados universitarios reportó una correlación baja entre el factor de desgaste emocional y los niveles de cortisol y no se encontraron diferencias claras entre los distintos grupos ocupacionales. Esto nos hace pensar que, por otra parte, la relación entre cortisol y burnout puede depender de muchas variables tales como el temperamento individual, el tipo de trabajo, factores psicológicos o del entorno.
Consecuencias del desequilibrio hormonal por burnout
Cuando el cortisol está alterado de manera persistente, puede manifestarse en nuestra salud de muchas maneras. Si mantenemos este estado en el ámbito laboral, podemos encontrarnos con:
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Fatiga persistente e incapacidad para recuperarse con el descanso, incluso tras el sueño.
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Trastornos del sueño, insomnio o dificultad para conciliar el sueño debido a niveles hormonales elevados por la noche.
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Disfunciones metabólicas e inmunitarias, como aumento de inflamación o alteraciones glucémicas.
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Deterioro cognitivo leve, con dificultades en memoria de trabajo, concentración o toma de decisiones, especialmente cuando el estrés es prolongado. En estudios con médicos residentes se ha documentado cómo el estrés laboral crónico puede reducir la capacidad cognitiva relacionada con el córtex prefrontal.
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Síntomas psíquicos asociados: ansiedad, depresión secundaria, irritabilidad y disminución del bienestar psicológico.
Un ejemplo más concreto lo aporta un estudio en trabajadores de salud durante la pandemia en el que se midió el cortisol en cabello como marcador de estrés crónico y se identificaron asociaciones entre burnout (agotamiento emocional y despersonalización) y los niveles elevados de cortisol capilar.
¿Cómo podemos diagnosticarlo?
El diagnóstico clínico del burnout recurre habitualmente a escalas estandarizadas como el Maslach Burnout Inventory, que mide tres dimensiones: agotamiento emocional, despersonalización y baja realización personal. La OMS reconoció hace pocos años al burnout como un riesgo laboral, subrayando su capacidad para comprometer la calidad de vida y la salud mental. De hecho, este organismo lo incorporó en la CIE-11 (2019) y lo define específicamente como resultado de condiciones laborales prolongadas.
En conjunto, el desbalance hormonal (con alteración de cortisol) y las manifestaciones clínicas configuran un círculo vicioso: el estrés laboral incrementa el cortisol y este, a su vez, empeora la capacidad de afrontamiento del trabajador frente a nuevas exigencias.
La relación entre el cortisol y el burnout no es meramente una comparación metafórica: tiene base fisiológica real. Aunque los estudios no son unánimes, la evidencia sugiere que el estrés laboral crónico puede comprometer el funcionamiento del eje HPA y alterar los niveles hormonales, contribuyendo a agravar el síndrome de desgaste profesional. Reconocer ese vínculo biológico permite adoptar intervenciones más integrales y por parte de los profesionales que correspondan ya que son necesarias terapias dirigidas a restaurar el equilibrio hormonal y promover la resiliencia de los trabajadores.
Fuentes referenciales
National Library of Medicine (Rom J Morphol Embryol – 2021, 5 de agosto). Asociación entre el burnout y alteraciones inmunológicas y endocrinas.
Research Gate (Juan Ortiz Valdés – 2010, marzo). Niveles de cortisol, desgaste profesional y satisfacción laboral en empleados universitarios.
Elsevier medicina clínica (2021, agosto). Estrés laboral y burnout en los médicos residentes, antes y durante la pandemia por COVID-19: una puesta al día.